La Fuerza del Imperio
Notas marginales a la campaña
El “mote” de imperio
Joaquín T. Bustamante, cuyo seudónimo era Chañilao, narra el impulso autonomista de la Ciudad ante los embates del ejecutivo provincial en 1890 de imponer a su delegado sobre las autoridades electas y la rebeldía de los riocuartenses ante semejante tropelía. Este hecho nos valió no solamente el “mote” burlón de imperialistas, sino la decisión geopolítica de la capital de subdividir el sur provincial que encabezaba Río Cuarto en cuatro departamentos: el homónimo, Roque Sáenz Peña, Juárez Celman y General Roca.
Como dice Bustamante pese “al ablande” provincial los coterráneos se pronunciaban: “El pueblo de Río Cuarto no ha reconocido, no
ha podido reconocer la legalidad de un decreto que lo despoja de la
Municipalidad emanada de su voluntad y le impone una comisión asestando un
golpe de muerte al régimen municipal…”
Orgullosos frente a los sumisos delegados del poder
central los riocuartenses asumieron propio el mote de imperio con un espíritu
rebelde de autonomía.
Actualidad y contexto
Las campañas políticas no son el ámbito propicio para una
discusión hermenéutica de la identidad de la Ciudad de Río Cuarto, ni mucho
menos para pensar una ontología del mito fundante de la misma.
La potencia semiótica de la idea de “imperio del sur” en
el marco del uso político no constituye una identidad sino más bien la pone en
diputa, recupera con absoluta novedad y contexto un debate que no se subirá al discurso
electoral sino en la forma de una nueva construcción política, con el ocaso de
los partidos y la polarización electoral.
En los tiempos de la disolución de las identidades
colectivas, de la primacía del individuo y su soberanía expresada en el consumo
del libre mercado vale la pena construir una nota marginal al marketing
electoral para analizar la pragmática de un discurso que quiere hacerse
performativo, es decir, una renovada conducción de los destinos de la ciudad.
Una periodización del mito fundante
En el año 2013 escribía un texto llamado “Pensar el Gran
Río Cuarto” decía: “Río Cuarto y los Riocuartenses
tenemos un ideario y una imagen de quiénes somos y a lo largo del tiempo hemos
tratado de descifrar nuestra conducta y nuestra composición como ciudad.”
A partir de la consolidación nacional a fines del siglo
XIX sobre toda la traza de la línea de frontera que se expande del Río Cuarto
al Rio Colorado comienza a desarrollares desde Buenos Aires una la construcción
del discurso del “desierto”.
En este sentido, Lynch (2022) en su periodización de la
historia de la salud recupera el concepto de la no-historia:
La No-historia se
compone de dos elementos la historia no narrada y la historia omitida de la
historiografía oficial.
La identidad de la
Ciudad y su mito fundante está atravesada por estas dos tensiones: Lo no
narrado y el oxímoron de la narración desierto.
En esos intersticios
se encuentra el maravilloso libro de Lucio V. Mansilla “una excursión a los
indios Ranqueles”. Ese antecedente para comprender la vida en la frontera y la
experiencia de “lo Otro”.
Es esta experiencia la que comienza a crear identidades
territoriales que van situar la trama de este pedazo de pampa en el nuevo y
pujante proyecto nacional que inserta a Argentina en la división internacional
del trabajo.
Ya entrado el siglo XX surge una primera generación de
intelectuales de la ciudad que desde el arte y las letras intentará explorar
esa ontología de ciudad recurriendo a esos fragmentos de la historia y
sistematizándolos.
Es hacia los años 60 y 70 que Filloy, Bustamante y un
grupo de riocuartenses en torno de la revista Trapalanda comienzan a debatir
esta identidad en los albores del modelo desarrollista en el contexto nacional.
Dos obras van a recuperar el concepto de “Imperio”: Nace
un imperio y Alguien vigila el imperio. De Bustamante. Donde se explora así la idea
de ciudad como la ciudad gringa y el imperio. Sumados al relato tradicionalista
que toma como arquetipo al gaucho asimilado a la civilización y creadores de
mito fundente de la villa heroica.
Se plasma así el relato del antagonismo malones-ciudad,
que define con orgullo honrar al general Roca en su plaza principal.
El objeto de este ensayo es dar continuidad a esas ideas
sueltas de 2013 a partir de la significación política actual del concepto de
imperio. Sin embargo, cabe cerrar la periodización propuesta de las
hermenéuticas inconclusas de la ciudad.
Considero que hacia finales del siglo XX encabezado por Susana Dillon
y Elda Duran un grupo de escritoras que se pueden inscribir en una corriente
revisionista y ponen en jaque la idea de ciudad imperio, retomando el mito del
indio bueno, el mito de la búsqueda de la Urumpta y la Trapalanda (la ciudad de
oro)
A partir de este grupo se
revirtió fuertemente la idea de la villa heroica y se puso una mirada más
crítica sobre los textos escolares.
Finalmente, a comienzos del
Siglo XXI, cambiando con el surgimiento del nodo de intelectuales a la
Universidad Nacional comienza un nuevo proceso de semantización de ciudad ya no
explorado desde las letras sino desde las ciencias sociales y la economía.
Los ensayos científico-político-territoriales
comienzan a configurar una mirada regional, territorial, de planes de
desarrollo económico y planes urbanos. Es así que terminan por nacer en los
papeles el Plan Estratégico del Gran Rio Cuarto PERC.
Es precisamente allí donde se
da una nueva hermenéutica para la ciudad, la hermenéutica del “Gran Río Cuarto”.
Condicionada por el enfoque economicista y técnico, que no busca una raíz cultural
en un mito fundante.
Desde el estudio científico
económico con enfoque territorial y una gestión basada en la planificación, se surge
un nuevo mito fundante que sitúa a la comprensión de la ciudad como el elemento
dinamizador de la economía regional y la vida social.
Del imperio al gran Río Cuarto
como posición política.
Hace dos años atrás produje un
corto documental denominado “El sueño industrial” buceando en estos mitos
fundantes, en los prohombres de la historia y en las vicisitudes que reglan el
desarrollo de la ciudad.
Tanto la búsqueda del sujeto
protagonista de su historia como la búsqueda de una identidad encuentran su
síntesis en la práctica política y el barro de la historia. Esa es la frontera
entre el conocimiento científico y quienes intentamos hacer. Las inhóspitas
fronteras que habitamos hace más de 200 años entre civilización y urumpta,
entre desarrollo e inclusión, entre agro y ciudad.
La fuerza del imperio del sur
se introdujo nuevamente en la historia como una práctica política que propugna
un regionalismo federal y una visión de desarrollo local.
A decir de Bustamante: Nace un
imperio.
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