Repensar el proyecto libertario
Intentar
un primer diagnóstico
No
podemos repetir un mantra libertario sin un pensamiento crítico que
salga de terraplanismo y las teorías de la conspiración mundial. Si nos
quedamos en la bronca, en el voto castigo, seguimos delegando nuestro destino
en manos de nuestros padres ya sea “papá estado” o “papá mercado”.
La vuelta al Medioevo libertario es un giro interesante respecto del quiebre de la posmodernidad con la ilustración racionalista. Las personas queriendo liberarse de las ataduras de la ciencia positivista y su aparato ideológico que funge de carcelero foucaultiano, halla en el individualismo liberal la forma de construir un sistema de creencias único y autorreferente que sitúa al individuo como un fragmento en un conjunto de fragmentos.
¿Cuál
es el lugar para la acción colectiva en un mundo de hípersegmentación y
fragmentación? El libertarianismo es una obra de Cortázar, usted puede elegir
el orden de los capítulos y el final. “Cree su propio relato”.
La
irrupción de los sentimientos
El
Mercantilismo utilitarista del siglo IXX y el neoliberalismo de Friedman a finales
del siglo XX han conformado un marco ideológico no científico desde las
ciencias económicas para pensar la totalidad de las relaciones humanas desde un
economicismo sociológico que invadió la totalidad de las disciplinas.
En
este caldo de cultivo de la posmodernidad emergen los despojos de la persona
humana dejado de lado por el positivismo y la tecnocracia utilitarista: los sentimientos
y espíritu se vuelven materia de búsqueda incesante en los márgenes del mainstream
académico.
Son
aquellos sentimientos colectivos como la bronca, el odio y el amor los que
movilizan los ánimos sociales y aglutinan los fragmentos por medio de un relato
o una narrativa.
Es
cierto que la gente tiene bronca, siempre la tuvo, también es cierto que la
gente tiene amor y solidaridad. Arrojados a las pulsiones por los líderes
sociales reina el desconcierto de un mundo donde a decir de Nietzsche Dios ha
muerto, pero también La ciencia ha muerto, ha muerto la racionalidad. Lo hemos
matado nosotros.
Es tan escandaloso ver al rey desnudo y que nadie diga nada. Se instalan los discursos de odio y la irracionalidad por doquier y no atinamos a esbozar una repuesta. Ni siquiera el propio Adam Smith, creo un marco ideológico tan desopilante capaz justificar cualquier aberración del mercado. En su teoría de los sentimientos morales emerge esa ética protestante que da espíritu al capital.
El
proyecto de captura privada y saqueo que se cierne sobre los bienes comunes a
costa de la sostenibilidad del propio sistema capitalista se cimenta en la
fragmentación y en la incapacidad de articular una respuesta democrática.
Dispuesto a avanzar sobre los principios de bien común, de justicia social y de
derechos humanos; niega la dignidad de la persona humana sometiéndola al
imperio del lucro y rentabilidad como máximas filosóficas de la existencia.
Recoger las cenizas:
sentipensar
Queremos
amar y queremos amarnos.
No
podemos asistir a una práctica rococó y edulcorada de la política y del amor.
Quienes atravesamos algunos procesos históricos comprendemos que no todo es lo
mismo y que debemos dar el debate de los intereses.
Para los que alguna vez abrevaron en Hegel, llegar a la mirada ontológica de Heidegger para asomarse al fenómenos posmoderno implica un giro copernicano respecto de tener algún cimiento en bases sistémicas del mundo. Sin embargo es un hecho que hemos sido arrojados por Trump, Bolsonaro, Macri y Milei a la historia.
El
mundo del diálogo ontológico, la escucha atenta, la experiencia autentica de
vida se vuelven temas que pasan de la esfera personal y psicológica a la esfera
política. Esto que nos enseño el feminismo “lo personal es político”.
Sentipensar,
en términos de Rodolfo Kusch, como un camino hacia adentro de la cultura, hacia
un planteo de existencia autentica en la construcción de los lazos comunitarios
que posibilite la ruptura del aislamiento y la fractalidad. Por otro lado la
necesidad de construir nuevamente, en relato y en práctica, de un proyecto
emancipador.
Sintetizar,
si es posible, el debate entre Kusch y Freire, para disputar el proyecto de la
libertad. Porque la libertad no se encuentra acabada, como el fin de la
historia, en el mercado. Porque la libertad es un proyecto emancipador y todo
proyecto existe porque hay esperanza.
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