Otra economía
El futuro llego hace
rato.
Indio Solari
Hablar del término “nuevas economías” puede ser
un poco paradójico ya que economías solidarias y de colaboración existen desde
el comienzo de la historia. El cimiento mismo de nuestra sociedad se basa en el
bien común y la necesidad psico sociológica de las personas de vivir en
sociedad.
Ya en 1931 Alfred Marshal en sus principios de
economía decía: “La competencia puede ser constructiva o destructiva; aun en el
primer caso, es menos beneficiosa que la cooperación”.
Sin embargo, el intento será introducir esta
amplia variedad de experiencias sociales para repensar que estrategias y
herramientas requieren de los técnicos y técnicas en gestión agropecuaria y
agroalimentaria.
Según el modelo del “homo reciprocans” u hombre
recíproco, término dado por el profesor de economía Samuel Bowles de la
Universidad de Massachusetts en Amhrest, Estados Unidos, el ser humano produce
y toma decisiones económicas anteponiendo el bien colectivo al interés
individual. Este concepto expresa que los seres humanos interactúan con el
propenso a la cooperación, y que están predispuestos a negociar el interés
individual en aras de lograr un balance con el bien de la comunidad de la cual
forman parte. (Carrelo, 2019)
La Economía Social y Solidaria es quizás las más antigua, está
compuesta por múltiples experiencias o intenta explicar y retratar realidades
como el cooperativismo, el mutualismo, e incluso la acción de asociaciones
civiles y fundaciones que sitúan en el campo de la producción poniendo como
centro el trabajo y la cooperación centrada en valores como: solidaridad,
complementariedad, cooperación, equidad, igualdad, etcétera.
Economía de Comunión: movimiento de empresas, administradas con una cultura nueva: “una cultura de comunión” basada en “dar, recibir, compartir”, que ponen en común sus utilidades, con la finalidad de cooperar hacia un mundo sin pobreza. Chiara Lubich, frente a esta “urgencia” y estimulada por la Encíclica papal Centesimus Annus lanzada por Juan Pablo II. (Ortiz 2010)
Economía Circular, para Carrelo (2019) pretende conseguir que los
productos, componentes y recursos en general mantengan su utilidad y valor en
todo momento, lo que es lo mismo “residuos cero”. Basándose en tres principios
1. Preservar y mejorar el capital natural. 2. Optimizar el uso de recursos.
3.Fomentar la eficiencia del sistema.
La Economía Azul propone utilizar el conocimiento
acumulado durante millones de años por la naturaleza para alcanzar cada vez,
mayores niveles de eficacia, respetando el medio y creando riqueza y traduciendo
esa lógica del ecosistema al mundo empresarial. Si bien es importante sustituir
productos tradicionales por aquellos que respeten el medioambiente (por
ejemplo, las energías renovables), aún es mucho mejor si el cambio se produjera
a nivel de procesos y no productos, los cuales se basarían en el ejemplo de la
propia naturaleza y en el aprovechamiento de deshechos que están al alcance de
nuestra mano pero que no se utilizan. Carrelo (2019).
Economía de la Funcionalidad la “sustitución de la venta de un
bien por la venta de su uso”. El objetivo es motivar a los fabricantes a
modificar el centro de gravedad de sus intereses: si desplazan su balanza
financiera hacia el lado de los servicios de uso y mantenimiento, estarán más
inclinados a concebir productos duraderos y modulares y por tanto, a
“desmaterializar” su actividad. De este modo, podrían controlar sus productos a
lo largo de su ciclo de vida y reciclarlos al final de su vida útil. Además,
sus flujos financieros podrían seguir incrementándose sin que ello implique un
consumo exponencial de materias primas y energía. Carrelo (2019).
Economía Civil, típico de la tradición cultural de España e
Italia, pretende incrementar el bien común; como expone el profesor y
economista Stefano Zamagni, la Economía Civil persigue el desarrollo humano
integral, con tres componentes: crecimiento, dimensión socio-relacional y
espiritual. Se debe organizar la sociedad y las instituciones de manera que las
tres dimensiones vayan juntas y no sólo prestando atención al crecimiento
propugnado por el modelo neoliberal. Se trata de poner en el centro de la
dinámica económica, a la persona y su crecimiento personal. Carrelo (2019).
La Economía de la Felicidad es una rama de la denominada Economía del Bienestar que ha experimentado su auge durante la segunda mitad del siglo XX. Los economistas se han centrado en explicar la relación que existe entre la Felicidad y la Economía.
Se construyen modelos en los que se relacionan
variables económicas y variables que cuantifican la satisfacción personal en
ambos sentidos de causalidad como, por ejemplo: qué impacto tiene el desempleo
sobre la satisfacción personal o qué efecto tiene la satisfacción personal
sobre la productividad en la empresa. Estos estudios, creados especialmente en
la década de los setenta, contienen un enfoque hedónico de la felicidad.
Desde el punto de vista social, político y
legislativo, la Economía de la Felicidad ha experimentado una serie de impulsos
desde muy diversos ámbitos que merecen ser destacados, tanto en el privado como
en el público, y especialmente en éste último, los gobiernos han incorporado
objetivos que, hasta hace unas décadas, no habían sido tenidos en cuenta:
democracia participativa, calidad institucional, justicia, comunidad, empatía
social, cultura, medio ambiente, ocio, cantidad y calidad del trabajo,
inclusión social, equidad, salud mental, paz, etcétera.
Economía Popular: “Definimos la economía popular como
los procesos económicos inmersos en la cultura popular basados en medios de
trabajo accesibles y trabajo desprotegido. Una economía de los excluidos,
confirmada por todas las actividades que surgen como consecuencia de la
incapacidad del mercado de ofrecernos a todos un trabajo digno y bien
remunerado como obreros de una fábrica o empresa. (Grabois-Persico; 2015)
La Economía Femini(s)ta (EF) es una organización que nació en mayo de 2015 con el objetivo de visibilizar la desigualdad de género a través de la difusión de datos, estadísticas, contenidos académicos y producción original orientadas a todo público.
La Economía del Bien Común (EBC) es una propuesta de modelo
económico y social, centrado en las personas, que se presenta como una palanca
de cambio en tres ámbitos fundamentales: económico, político y social. Es una
alternativa concreta, posible, viable y aplicable a empresas y sociedad.
Movimiento de la Banca Ética: busca transformar el uso que le
damos al dinero en nuestra sociedad, convirtiéndolo en un medio cuyo objetivo
es relacionarnos de forma más humana y no en un fin en sí mismo. Además, su
objetivo a largo plazo es que las instituciones financieras de una sociedad
pongan su principal énfasis en: la rentabilidad social de las acciones, la
promoción de una conduta ética en el uso del dinero, la economía real, la
transparencia.
A esto se le suma la propuesta Muhammad Yunus,
premio nobel de la paz, quien, en Bangladés, en Paquistán e India generando
acceso al crédito para el desarrollo social.
Economías Colaborativas: La Economía Entre Pares (P2P -
Peer to Peer) o también conocida como “Consumo Colaborativo” o “Economía
Colaborativa” (Sharing Economy) o Economía del Compartir, se basa en
intentar obtener el máximo aprovechamiento de productos o servicios por parte
de una serie de particulares, al compartirlos en plataformas sociales con otros
individuos en lugar de hacerlo a través de empresas convencionales.
NESI Forum: Un espacio generado desde 2017 donde los Movimientos de las Nuevas Economías
(NEMs), que trabajan incansablemente para avanzar en la transición hacia una
economía más democrática y orientada a las personas, convergen en una agenda
para visibilizar estos nuevos enfoques.
Certificación B: concepto de Benefit Corporation -Empresa B- , un sistema creado para certificar a las empresas que combinan el lucro con el triple impacto: económico, social y medioambiental; estas compañías incorporan intereses no financieros comprometiéndose a generar impactos positivos socio ambientales, operando con altos estándares de desempeño y transparencia
Nuestro objetivo no es precisamente que las
empresas certifiquen esta calificación sino que incorporen este paradigma al
modelo de negocio de forma tal que se puedan construir relaciones de largo
plazo con la comunidades.
Para todo ello queremos introducir el concepto
de triple impacto: ambiental, social y económico para la definición de los
nuevos modelos de negocio sostenibles con el fin de salir de la mera
filantropía o la idea de ineficiencia de los emprendimientos colaborativos;
proponiendo a la pyme como un importante agente económico y de cambio social.
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